martes, 24 de noviembre de 2009

SÍNTOMAS DE UN DUELO TRAUMÁTICO



Vivir la experiencia del fallecimiento de un cercano es algo que afecta a nivel sicológico, emocional, corporal y social. Sentimientos de culpa y soledad son procesos normales que hay que vivir, pero cuando estas sensaciones superan los seis meses o incluso un año donde no se ven cambios en la actitud ni en los estados de ánimo, es necesario buscar ayuda sicológica, pues podría tratarse de un duelo crónico, según explica el sicólogo Robert Nieyer.
"No es decir que a los 6 meses todo esté bien, pero un efecto positivo es que si poco a poco comienza a integrar esta pérdida, y no solamente sufrirla. A veces las personas logran un crecimiento personal después de la pérdida, y después de meses o años, puede experimentar empatía con otros que han sufrido este tipo de situaciones o desarrollan un sentido de madurez y fortaleza por esta experiencia", declara el profesor de la Universidad de Memphis.
Además, un aspecto a tomar en cuenta es cómo una persona enfrenta la muerte violenta o inesperada de un ser querido. En general la gente más dependiente tiende a ser más afectada experimentando desorientación, desamparo, incredulidad e inseguridad".
Vivir el duelo por la muerte de un hijo puede significar una madurez y un esfuerzo tan importante que llegue a transformar profundamente a la persona
El dolor por la muerte de un hijo nos acompaña permanentemente. Siempre quedará un gran vacío en nuestra alma, pero con el tiempo, a medida que comenzamos a ubicarnos de nuevo en el mundo, a incorporar nuevas actividades e intereses, conseguiremos darle sentido a nuestras vidas y ya no nos encontraremos en un abismo que se abre debajo de nuestros pies. Vivir nuestro duelo intensamente y expresar nuestros sentimientos nos ayuda a reajustarnos poco a poco a la vida sin nuestros hijos.
El duelo por la muerte de un hijo es un camino solitario y difícil. Es por eso que necesitamos buscar la ayuda de familiares y amigos, de la literatura, de profesionales de la salud mental, para lograr salir adelante.

Como dice el proverbio chino: "No podemos prevenir que los pájaros vuelen sobre nuestras cabezas, pero si evitar que formen sus nidos en nuestro cabello."

Somos responsables por las decisiones que tomamos, incluso cómo escogemos vivir nuestro duelo. Podemos escoger no hacer nada, echarnos a morir, caer en la desesperación y en la apatía. O podemos escoger luchar, no solamente para sobrevivir, sino para poder seguir viviendo

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